Cuando visualizamos a la tarjeta
de abastecimiento seguro, observamos una potente herramienta para que, -a través
de ella-, el Gobierno bolivariano pueda encausar los subsidios que a bien se
pretendan otorgar al pueblo venezolano sin intermediación alguna. Cuando
evaluamos su implantación, observamos ciertos “grandes” detalles que humildemente
pretendemos enunciar y proponer acciones para prevenir que éstos abonen el
terreno del fracaso.
La Banca Pública es, -definitivamente-,
una fortaleza indiscutible del Gobierno Bolivariano dentro del sistema
financiero venezolano. Para que tengamos una idea del potencial del que
disponemos, podemos comentar que para noviembre de 2014, de los 3.562 cajeros
automáticos que funcionan en el país, 1.154 pertenecen a la banca pública, es
decir, el 32.39% del mercado de ATM está en manos del Gobierno Bolivariano.
Ahora el detalle: ¿Ustedes sabían
que cada vez que usamos nuestra tarjeta de débito “Maestro”, la
trasnacional Master Card cobra un dinerito?, pues sí, todos los medios electrónicos
de pago que utilizamos son propiedad de VISA y Master Card, bueno, un pequeño
segmento en manos de American Express y Diners Club.
En Venezuela tenemos nuestro Sistema Nacional de Pagos (Made
in Venezuela) y es administrado por el BCV, sin embargo, todas las tarjetas de
débito emitidas por la banca pública son MAESTRO y la vía de interconexión con otros
cajeros se hace a través de SUICHE 7B y/o CONEXUS que utilizan a su vez a IBM
y las franquicias internacionales aludidas.
Cuando una institución de la
banca pública emite un plástico VISA/MASTER CARD (Cédula del buen vivir,
juventud, turismo, etc.), con una tasa activa de interés relativamente modesta,
la franquicia dueña de la marca cobra un dinerito que luego deberá repatriar en
divisa a su casa matriz. Si se usa el Sistema Nacional de Pagos, no existirá
erogación alguna por concepto de regalías ni comisiones, allí si evidenciaremos
una verdadera soberanía financiera. El uso de esas tarjetas sería solo dentro
de la República y en países aliados donde existan convenios especiales de
intercambio comercial en monedas locales. No habrá fuga de divisas vía “cadivismo”,
por lo menos en ese segmento del mercado.
En el país existen empresas
privadas que son operadoras
de tarjetas, que bien podrían funcionar de la mano con la Banca Pública
bajo la figura de “combinación de negocios” para que, además de operar las franquicias
de VISA, Master Card y otras, agreguen al catálogo la marca “Soberana”.
Hagamos el ejercicio de cómo funcionaría
una tarjeta de abastecimiento seguro emitida por el Banco de Venezuela, Tesoro,
Bicentenario, Industrial con la franquicia nacional “Soberana”:
La tarjeta tiene un límite de
gastos que se financia a “tantos” meses a una tasa preferencial. Con ella se
puede acceder (junto
al uso del captahuellas) a productos subsidiados por el Estado en los
establecimientos donde la tarjeta “Soberana” sea aceptada.
Si se requiere comprar una
lavadora, se va al establecimiento de preferencia (red pública o privada) y se
compra el producto. Tiene un precio JUSTO de venta al que se puede acceder solo
con la cédula de identidad, ¡pero!, a través de la tarjeta de abastecimiento
seguro se tiene un subsidio directo de XX%. El sistema Nacional de Pago factura
el monto neto al tarjetahabiente y abona a la cuenta del vendedor el monto
total del Precio JUSTO. No se afecta la ganancia ni la operación comercial del
establecimiento y se le entrega DIRECTAMENTE el subsidio al beneficiario.
Esa forma de entregar el subsidio
se puede aplicar a cualquier bien o servicio, siempre y cuando se utilice la
tarjeta “Soberana” conjuntamente con el sistema
biométrico.
Por una parte se hace eficiente
la gestión de entregar efectiva y personalmente el beneficio al pueblo
venezolano mientras se patrocina de alguna manera el consumo, se garantiza un
margen justo de ganancia que hará que los comerciantes del sector privado se
plieguen masivamente a esta iniciativa; por otro lado se elimina el caldo de
cultivo para el bachaqueo y otras prácticas nocivas para la economía y Buen Vivir
de nuestro país.
Así mismo, al utilizar nuestro Sistema
Nacional de Pagos, blindamos el sistema financiero venezolano de amenazas
de la banca internacional plegada a intereses imperiales.
Esta manera de promover la
producción nacional, la comercialización, compra y venta de productos y
servicios libremente sin limitar el consumo, desmonta cualquier matriz negativa
que pretenda calificar a Venezuela como un país donde se racionan los
productos.
Lo que es limitado el subsidio,
no el consumo y eso es una decisión personal, no mandato de la Revolución.
Si un compatriota quiere comprar
a su antojo, lo puede hacer siempre y cuando pague el precio JUSTO, sin ningún
tipo de subsidio ni tasa de interés preferencial, sin colocar huella ni
presentar la tarjeta “Soberana”. Sencillamente utilizando su tarjeta de crédito
VISA, Master Card o cualquier otra, con una tasa de interés de mercado JUSTA (no
subsidiada), de manera que la repatriación de capitales de esas franquicias no
afecte la economía ni las divisas de nuestro país.
Propuesta propositiva que
pretende aportar Eficiencia impregnada de honestidad a la gestión
revolucionaria y chavista que hoy y siempre liderará el destino de nuestra
patria.
Fernando Luis Vegas
@fvegas15
No hay comentarios:
Publicar un comentario