Ya lo expresamos en diciembre cuando escribimos que "El efecto Nicaragua llegó a aguas venezolanas".
Nuestro país -al igual que el resto del mundo- atraviesa una delicada situación económica, con los agravantes "made in Venezuela" (falta de producción, especulación, guerra económica, corrupción, traición política a la revolución, ineficiencia, etc., etc., etc.) que nos ha llevado a vivir la situación que padecemos los que tenemos los pies sobre la tierra. Decimos ésto ya que hay muchos líderes políticos en nuestro país que requieren con urgencia un clip de "Contacto con la realidad".
El precio del petróleo se ha convertido en el detonante de la mayor crisis financiera que está conociendo el mundo. La "respetada" (risas) empresa calificadora de riesgo S&P ha publicado que “Estamos ante un riesgo muy importante” ya que “El bajón del precio de las materias primas y muy particularmente del petróleo representa riesgos muy importantes sobre las perspectivas económicas por la amenaza también de una desestabilización sociopolítica en los países productores”. Cuando las mismas empresas que apoyan descaradamente al sionismo financiero occidental se desmarca con anuncios como éste es el preludio de un terremoto financiero, por supuesto con las inevitables consecuencias que afectan negativamente a pueblos enteros. Lo que los gringos llaman "daños colaterales".
La ahora mayoría parlamentaria -de total oposición a la revolución bolivariana- lo sabe y se esmera en montar cuanto reality televisión se le ocurre para incitar a la violencia del pueblo chavista y se genere el escenario que tanto necesita el ejercito norteamericano disfrazado de cascos azules de la ONU para venir a nuestra "liberación" y traernos paz al estilo Libia, Irak o Afganistan. ¡Dios nos libre!
No solo Venezuela es ánodo de dardos imperiales violentos, Argentina, Brasil han llevado también lo suyo. En Bogotá recientemente fue retirado el cuadro de Simón Bolívar y en su lugar fue colocado la imagen de un colonizador. ¡La simbología en pleno!.
El exalcalde Petro escribió: “Sacaron el cuadro del libertador del salón de juntas del Palacio Lievano. ¿Qué les disgusta de Bolívar? No les gusta la libertad, la república, la democracia, prefieren la conquista, el dominio, la depredación”
Al imperio yanqui hay que darle donde le duele, en el bolsillo y así neutralizar su sed inagotable de poder y expoliación.
La desdolarización, además de proteger nuestras monedas e independizarnos del dólar deuda basura, le complica al imperio invasor yanqui el financiamiento de sus operaciones militares y de desestabilización de países que requieren -en su criterio- alguna torcedura de brazo.
Walter Martínez diría: "Acontecimientos en pleno desarrollo"
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