(OroyFinanzas.com) – Hace una década, la hiperinflación en Zimbabue desabasteció tiendas y comercios e hizo casi imposible adquirir gasolina o comestibles diarios. Los ahorros personales de los ciudadanos se evaporaron en medio de una vorágine inflacionaria pero parece que lo peor es que puede volver a repetirse aquella historia.
Hace unos días, el desabastecimiento de gasolina se hizo patente en Harare, capital del país. Dennis Zhemi encontró en su gasolinera habitual un cartel que ponía “sin combustible” y resignado acudió a la próxima gasolinera. Ahí su pudo encontrar gasolina para su vehículo, solo que una larga fila de más de 40 coches le precedía. “Inmediatamente me acordé del 2008 cuando dormíamos en las colas de las gasolineras y recé en silencio para que no volvamos a aquellos días”. Otra señal recurrente en aquellos días también se está repitiendo. Los ciudadanos parecen haber entrado en una espiral consumista, adquiriendo todo tipo de productos ante el temor que su dinero valga menos con el paso de los días. Este “pánico comprador” tiene un efecto colateral perverso porque ha disparado el precio de los bienes ante la demanda generalizada.
Otro dato significativo está en el comportamiento y la percepción que los ciudadanos tienen de los bonos-monedas lanzados, hace casi un año, por el nonagenario presidente Robert Mugabe. Hace una década tras el colapso monetario, la moneda nacional fue abandonada en favor del dólar estadounidense aunque la economía nunca se recuperó. Estos nuevos bonos-moneda, dispersos por bancos y cajeros automáticos, tienen un equivalente teórico al dólar estadounidense pero esa no es la percepción ciudadana. Para Peter Mutasa, presidente del Congreso de Sindicatos de Zimbabwe, la actual situación “ha sido desencadenada por la falta de confianza en los bonos-moneda y ya estamos presenciando la escasez de productos básicos”. Y esta falta de confianza ha impulsado el trueque entre los ciudadanos o a una nueva paridad entre ambas divisas, “porque no hay una moneda fuerte”.
Así, los comerciantes de divisas que se reúnen cerca de la terminal de autobuses en Harare ofrecen el intercambio de un dólar por 1,37 bonos saltándose abiertamente la prohibición legal al respecto. Para las transferencias bancarias, los comerciantes ofrecen pagar 1.50 en bonos por cada dólar estadounidense. Muchas tiendas ofrecen ya varios precios para diferentes productos, una práctica ilegal pero común. Una barra de jabón cuesta un dólar estadounidense, pero 1,30 en billetes bonos o si el pago se realiza con tarjeta. Una botella de dos litros de aceite se vende por 3.20 dólares, pero su precio ha subido hasta los 4.50 si se paga en bonos y hasta los 5 – o incluso 7- si se paga con tarjeta.
Y la situación política puede acelerar esta tendencia. Prosper Chitambara, economista de Harare, cree que los problemas económicos de Zimbabwe probablemente empeorarán antes de las elecciones del próximo año. “Hay mucha incertidumbre debido a la situación política y por eso hemos visto el resurgimiento del mercado paralelo y una estructura de precios a múltiples niveles. Mientras nos acercamos a las elecciones, la incertidumbre aumentará”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario